
7 Evidencias Científicas Sobre Cómo Mejorar La Fertilidad – 06. Minimizar La Exposición A Los Disruptores Hormonales
Si bien es cierto que es difícil librarse de la exposición a las sustancias dañinas para nuestro sistema endocrino, pues
Alteraciones hormonales
Tanto en los hombres como en las mujeres puede ocurrir que no haya una adecuada producción de hormonas sexuales, alterando así la función reproductiva. El cerebro produce la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) y ésta estimula la producción de la hormona folículo estimulante (TSH) y la hormona luteinizante (LH); ambas son las encargadas de ordenar a los testículos y los ovarios la producción de otra serie de hormonas sexuales (testosterona, estradiol, progesterona) para su debido funcionamiento. Si hay algún problema dentro de esta cadena de liberación y de señalización hormonal, se traduce en una mala función de los testículos y los ovarios; y consecuentemente de la función reproductiva.
Alteraciones nutricionales o de los biomarcadores
En este punto nos referimos a las carencias o excesos de una vitamina o un mineral, o de varios de ellos que esten involucrados en la fertilidad. En otras publicaciones hablamos de los micronutrientes que poseen un papel en la fertilidad y la manera en que influyen en esta.
Enfermedades de transmisión sexual u otras infecciones
Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son aquellas que se transmiten cuando se mantienen relaciones sexuales sin protección. Pueden estar causadas por virus, bacterias, hongos o protozoos. Las bacterias con mayor evidencia de producir infertilidad son Chlamydia trachomatis y Neisseria gonorrhoeae, las cuales producen alteraciones en las trompas de Falopio, así como enfermedad inflamatoria pélvica en la mujer (Tsevat et al., 2017). En el hombre, las enfermedades de transmisión sexual podrían causar inflamación en los testículos, vías espermáticas o disminución en la calidad seminal; y, aunque se necesitan más estudios para esclarecer mejor la relación entre las ETS e infertilidad en el hombre, se aconseja el estudio de las mismas para su tratamiento si las hubiera (Brookings et al., 2013). A las complicaciones expuestas se le suma la dificultad para realizar el acto sexual, ya que, dentro de la sintomatología que puede aparecer en una ETS encontramos dolor, picor, escozor e hinchazón de las zonas que entran en contacto cuando se lleva a cabo el coito.
Otra de las infecciones que pueden influir en la fertilidad, aunque raramente ocurre, es la causada por el virus de la parotiditis, que provoca la enfermedad conocida como paperas. Este virus afecta a las glándulas salivales mayores; sin embargo, también puede afectar a los testículos, dando lugar a orquitis (Brookings et al., 2013 & link AEP)
Cáncer
Cuando el cáncer afecta a los órganos reproductores y los destruye o se realiza una extirpación por completo de los órganos, es obvio que afecta directamente a la función reproductiva. Sin embargo, si solo se pierde un ovario o un testículo, la función reproductiva no tiene por qué verse afectada (Andrade et al., 2019). En la mujer, un reciente estudio concluye que la reserva ovárica puede verse afectada tanto en cánceres ginecológicos como no ginecológicos antes de recibir tratamiento (Harzif et al., 2020). En el cáncer testicular, se sabe que la espermatogénesis también se ve afectada antes de recibir tratamiento (Petersen et al., 1998). No obstante, a estas enfermedades hemos de sumarle los tratamientos con quimioterapia y radioterapia que frecuentemente reciben los pacientes y que sabemos son sumamente agresivos con nuestras células; por tanto, son factores igualmente influyentes en la fertilidad (Vakalopoulos et al., 2015; Jayasinghe et al., 2018).
Enfermedades autoinmunes
Las enfermedades autoinmunes hacen que el sistema inmunitario del cuerpo ataque los tejidos propios del organismo que normalmente ignoraría. Entre estas enfermedades encontramos: diabetes tipo 1, tiroiditis autoinmune (o enfermedad de Hashimoto), lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide, síndrome antifosfolipídico y celiaquía. El mecanismo de acción específico de estas patologías sigue en investigación. Lo que se observa es que alguna de las enfermedades autoinmunes puede hacer que las mujeres que la padecen tengan menos hijos de los deseados, ya que tardan más en concebir, no consiguen la fecundación o pierden el cigoto o embrión (Deroux et al., 2017; Clowse et al., 2012; Provost et al., 2014; Vinet et al., 2012; Freeman et al., 2010). También se ha observado que la reserva ovárica puede estar disminuida (Martins et al., 2017; Vega et al., 2016). Al igual que en la mujer, las enfermedades autoinmunes también pueden desfavorecer la espermatogénesis y la calidad del esperma en el hombre (Camargo et al., 2016; Freeman et al., 2010)
Enfermedades circulatorias
Se ha hipotetizado que el fracaso de implantación puede producirse por la obstrucción de la vascularización que hay entre el endometrio y el embrión. Por ello, las trombofilias, es decir, aquellas circunstancias con mayor riesgo de producir trombos, podrían contribuir. El síndrome antifosfolipídico, hemos visto que es una enfermedad autoinmune, en donde el organismo produce anticuerpos frente a ciertos fosfolípidos y donde se ve comprometido el sistema circulatorio, produciendo trombosis venosas y arteriales. Se ha encontrado en pacientes con este síndrome que los anticuerpos antifosfolípidos pueden interferir en la decidualización del útero, pudiendo llegar a impedir la implantación y la consecuente pérdida del cigoto o embrión (Francis et al., 2006; Chighizola et al., 2016).
Si bien es cierto que es difícil librarse de la exposición a las sustancias dañinas para nuestro sistema endocrino, pues
La planificación familiar natural (PFN) representa los métodos utilizados para planificar un embarazo o evitar el mismo mediante la observación