
7 Evidencias Científicas Sobre Cómo Mejorar La Fertilidad – 06. Minimizar La Exposición A Los Disruptores Hormonales
Si bien es cierto que es difícil librarse de la exposición a las sustancias dañinas para nuestro sistema endocrino, pues
Son muchos los fármacos que podrían estar asociados con infertilidad. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que a veces puede tratarse de pacientes con una patología de base, que puede ser la verdadera causante de esta infertilidad (Heredia-Benito et al., 2011) Otro de los problemas a los que nos enfrentamos en este ámbito, es la dificultad para saber si un fármaco puede afectar a la salud sexual, ya que muchos, en sus fichas técnicas, no recogen esta información (Campos B, 2015).
En muchas ocasiones el efecto es reversible con la suspensión del tratamiento (antibióticos, psicotrópicos, antihipertensivos, etc.). En otras ocasiones, el efecto no desaparece, como es el caso de muchos fármacos quimioterápicos responsables de consecuencias graves para la fertilidad, como síntomas menopaúsicos o azoospermia (Vakalopoulos et al., 2015; Jayasinghe et al., 2018).
Los α-bloqueantes se utilizan como antihipertensivos y para el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna. Dentro de estas moléculas se encuentra la tamsulosina, la cual se asocia con disminución de la calidad seminal (Hellstrom & Sikka, 2009) y con alteraciones en el eyaculado, disminución de su volumen, eyaculación retrógrada e incluso aneyaculación (ver ficha técnica tamsulosina); estos trastornos en la eyaculación también son causados por la molécula silodosina (ver ficha técnica silodosina).
La mayoría de las clases de antibióticos han sido relacionadas con efectos adversos para la fertilidad masculina, entre estas moléculas encontramos la gentamicina, la neomicina, la eritromicina y las tetraciclinas. Por ello, si se requiere un tratamiento prolongado, se recomienda el uso de penicilinas o quinolonas, las cuales se ha visto que tienen un efecto mínimo en la función reproductiva (Schlegel et al., 1991)
En el caso de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), es de gran relevancia destacar que pueden afectar a la ovulación, fertilización e implantación en la mujer. En un estudio se observó el efecto de las moléculas diclofenaco, naproxeno y etoricoxib, en la ovulación y en el nivel de progesterona. Se llegó a la conclusión de que los tres fármacos inhibían la ovulación (el diclofenaco en mayor grado), dando lugar a folículos no rotos y quistes; además se vieron significativamente disminuidos los niveles de progesterona en la fase lútea, con la consecuente dificultad en la implantación que este hecho pueda causar (Sherif et al., 2014). Se recomienda, por tanto, que si una mujer desea quedarse embarazada y está teniendo dificultades para ello debe evitar tomar AINEs.
Ciertos inmunosupresores pueden producir problemas en la fertilidad e incluso teratogenicidad (Janssen & Genta, 2000). El metotrexato indica en su ficha técnica que tiene efectos adversos en la espermatogénesis y en la ovogénesis, causando oligozoospermia, alteraciones en la menstruación, así como amenorrea; estos efectos desaparecen tras dejar el tratamiento. Sus efectos pueden dar lugar a abortos y malformaciones en caso de no haber suspendido la medicación tras la concepción (ver ficha técnica metotrexato). La sulfasalazina indica en su ficha técnica que produce oligozoospermia e infertilidad en hombres; efecto que revierte al cabo de 2-3 meses de dejar la medicación (ver ficha técnica sulfasalazina).
Los fármacos que afectan al sistema nervioso, como son los antidepresivos, pueden producir disfunción sexual, así como disminuir la calidad de semen en términos de concentración de espermatozoides, motilidad, morfología y fragmentación del ADN (Campos et al., 2015). En la mujer, hay estudios que asocian una mayor pérdida de embarazos en el primer trimestre con el uso de los antidepresivos (Evans-Hoeker et al., 2018).
Y terminamos con una clase de fármacos donde su vinculación con la función reproductiva se ve claramente; hablamos de las hormonas. El tratamiento con testosterona exógena suprime la secreción de hormona luteinizante (LH) y de hormona folículo estimulante (FSH), pudiendo producir consecuentemente azoospermia (Amory et al., 2007). En el caso de las hormonas esteroideas anabólicas (anabolizantes) el recuperar la fertilidad puede tardar hasta 3 años. Otras hormonas como la finasterida (alfa-5-reductasa) también altera la función reproductora mediante la disminución de la calidad seminal, aunque ésta se recupera en cuestión de meses tras cesar el tratamiento (ver ficha técnica finasterida).
Si bien es cierto que es difícil librarse de la exposición a las sustancias dañinas para nuestro sistema endocrino, pues
La planificación familiar natural (PFN) representa los métodos utilizados para planificar un embarazo o evitar el mismo mediante la observación