Al final de la fase proliferativa y en respuesta a los estrógenos producidos por el ovario aumenta la motilidad de la musculatura de las trompas, preparándose para capturar al ovocito cuando ocurra la ovulación y para transportarlo hacia la zona de fecundación, la ampolla.
Este aumento de motilidad también servirá para transportar a los espermatozoides hacia la misma zona.
Las células ciliadas de las trompas también aumentan el movimiento de sus cilios, numerosas estructuras alrededor de la célula en forma de latiguillo, para el mismo fin anterior.
Este aumento del movimiento de las trompas y sus células persistirá 3 ó 4 días después de la ovulación para transportar el ovocito al útero en caso de ser fecundado.
El epitelio vaginal también experimenta cambios en respuesta a la secreción hormonal de los ovarios y en relación directa con las fases del ciclo uterino.
Estos cambios serían observados en un frotis vaginal que realizaría un profesional y vienen vinculados a la aparición o desaparición de ciertas células, así como cambios en su morfología.
En los días cercanos a la ovulación, el cuello del útero se ensancha, se hace blando y se sube por acción de los estrógenos producidos por los ovarios; de esta manera se facilita el paso de los espermatozoides a través del mismo. Estos cambios, por tanto, son indicadores de los días fértiles de la mujer.
Durante la fase secretora o lútea y debido a la progesterona producida por el cuerpo lúteo, el cuello se hace más pequeño, se cierra, se hace duro y baja, dificultando el paso de los espermatozoides; lo que indica que los días son infértiles.
El moco cervical, secretado por las glándulas del cuello del útero, está formado principalmente por agua y contiene además sales inorgánicas como el cloruro sódico, glúcidos como la glucosa, lípidos y proteínas. Dentro de estas proteínas están las mucinas que se encuentran interconectadas formando una malla, la cual se cree responsable de los cambios en las características del moco.
A mitad de la fase proliferativa y en respuesta a los estrógenos producidos por los ovarios, aumenta la cantidad de agua en el moco, llegando en los días cercanos a la ovulación a contener un 98-99 %. El moco se hace filante (forma hilos al estirarse), fluido y transparente; cualidades que lo hacen permeable al paso de los espermatozoides y, por tanto, son indicadores de los días fértiles.
Durante la fase secretora o lútea, la progesterona producida por el cuerpo lúteo hace que el moco cervical disminuya su cantidad de agua a un 94-95 % y que cambie sus características a no filante, viscoso y opaco; haciéndose impermeable al paso de los espermatozoides e indicando que la mujer se encuentra en los días no fértiles.
A mitad de la fase proliferativa y en respuesta a los estrógenos producidos por los ovarios, aumenta la cantidad de agua en el moco, llegando en los días cercanos a la ovulación a contener un 98-99 %. El moco se hace filante (forma hilos al estirarse), fluido y transparente; cualidades que lo hacen permeable al paso de los espermatozoides y, por tanto, son indicadores de los días fértiles.
Durante la fase secretora o lútea, la progesterona producida por el cuerpo lúteo hace que el moco cervical disminuya su cantidad de agua a un 94-95 % y que cambie sus características a no filante, viscoso y opaco; haciéndose impermeable al paso de los espermatozoides e indicando que la mujer se encuentra en los días no fértiles.
El aumento de las hormonas FSH y LH en el proceso de ovulación hace que suba la temperatura basal de la mujer aproximadamente 0,5 °C.
Esta subida de temperatura es un indicador, por tanto, de que la mujer se encuentra alrededor de su día de ovulación y se corresponde con los días fértiles.
Estas décimas de más continúan durante el resto de la fase lútea o secretora, aunque los días del ciclo ya no sean fértiles.