8 Causas que influyen en el retraso del embarazo – 7. Los factores ambientales: disruptores endocrinos

Vivimos en un mundo lleno de moléculas que pueden no ser beneficiosas para nuestra fertilidad, las cuales inhalamos, ingerimos o absorbemos a través de la piel. Nos referimos a las partículas presentes en la contaminación o en productos agrícolas o de jardín, a ambientadores, a aditivos alimenticios y a moléculas cosméticas. Estas moléculas se llaman disruptores endocrinos y, como su nombre indica, pueden alterar nuestro sistema hormonal, llegando a acarrear consecuencias patológicas: cáncer de mama, pubertad precoz, afectación de la próstata, malformaciones genitales, infertilidad, baja calidad seminal, cáncer de tiroides, alteraciones cardiovasculares, trastornos metabólicos y neurológicos.

 

 

Al igual que las hormonas del sistema endocrino, los disruptores actúan en dosis muy pequeñas, de partes por billón.

 

 

Un problema importante con el que nos encontramos es que estas moléculas acceden a nuestro organismo y se acumulan en él, siendo a veces de manera irreversible y pasan de una generación a otra. De ahí que encontremos en las personas algunos disruptores endocrinos que ya se prohibieron hace años. Además, poseen un efecto cóctel, es decir, son más peligrosos cuando actúan juntos al mismo tiempo.

 

La lista de estas sustancias es muy extensa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el 2012, en donde decía que existen aproximadamente 800 compuestos orgánicos sospechosos de actuar como disruptores endocrinos; sin embargo, el efecto de la gran mayoría de ellos todavía no ha sido investigado, hecho que se suma a las grandes limitaciones para conocer las exposiciones que sufrimos a estas moléculas. Entre estos compuestos encontramos:


    • Dioxinas.
    • Furanos.
    • Bisfenoles, ftalatos y aquellos compuestos utilizados en plásticos y otros materiales industriales, como puedan ser eléctricos.
    • Hormonas sintéticas que se utilizan para el engorde del ganado o para algunos tratamientos médicos.
    • Pesticidas, herbicidas e insecticidas.
    • Metales pesados.
    • Ciertos filtros UV utilizados en los protectores solares.
    • Conservantes utilizados en productos cosméticos, etc.
    • Antioxidantes en cosmética y en alimentación (BHA)
    • Recubrimientos en sartenes y utensilios de cocina (perfluorados PFOS, PFOA)
 

 

La principal fuente de contacto que tenemos las personas con estas sustancias es la alimentación: por los tratamientos a los que se someten, por los pesticidas utilizados y por el contacto con los envases de plásticos en los que se almacenan. Esto conlleva otro gran problema añadido, y es que no hay manera de saber qué sustancias de este tipo se encuentran dentro de los productos que consumimos o, por el contrario, están libre de ellas.

 

 

En la cosmética, hay muchas sustancias que se están investigando, y varias de ellas ya se encuentran en la lista de sustancias prohibidas para su uso en este sector, como son las benzofenonas en los filtros UV, algunos ftalatos y ciertos conservantes. Sin embargo, en este campo tenemos una limitación importante y es que ciertos ingredientes, al ser incorporados en la mezcla, producen reacciones que dan lugar a moléculas secundarias, como son las dioxinas; o incluso pueden no ser completamente puras e introducir sustancias no deseadas; hechos que son, en el día de hoy, difíciles de controlar.

 

 

Por todo ello, es muy importante EVITAR LA EXPOSICIÓN A LOS DISRUPTORES ENDOCRINOS. Abordaremos cómo hacerlo en nuestro próximo artículo.

 

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